Almuerzo bajo La Muela_La Mancha Press_Luis Vizcaíno_1558

El pasado sábado 11 de octubre, se celebró la primera de las 7 rutas de senderismo que la Diputación Provincial de Albacete ha programado para este último trimestre del año. En concreto, esta se llevó a cabo en Letur, con el agua y la piedra como símbolos indiscutibles de esta sierra.

 

Tras el saludo de la alcaldesa de Letur, Mª Carmen Álvarez López, y de los guías de la Asociación senderista El Regalí, que colabora en la organización de esta ruta, se hizo la foto de rigor de los más de ochenta participantes, entre lugareños y el autobús que Diputación de forma gratuita facilita desde Albacete.

Comenzó entonces la ruta, con la participación también del diputado de Deportes, Ángel Salmerón.

 

Este es el relato que los participantes han hecho de la misma:

 

Comenzamos un poco antes de las 9.30 horas, en el puente de la Cruz Blanca, salvando el cauce del arroyo Letur que se forma con las aguas que nacen a unos 500 metros, en el paraje de las Fuentes. A pesar de las previsiones que anunciaban lluvias empezamos con un sol radiante y con un cielo azul típico de estas fechas.

 

La ruta se inicia por una pista, descendiendo por el camino de la Arteluza, bajada abrupta, donde contemplamos infinidad de hormas de piedra de tradición musulmana, donde con ingenio y esfuerzo, los antiguos letureños consiguieron ganar espacio a la montaña para poder cultivar. Árboles centenarios, chorreones de agua, como el de Jilo, que sirven para trasvasar el agua desde la huerta del Cantero hasta la del Ruico.

 

Atravesamos la huerta de la Artezuela, horadada por varios cauces de agua, formando cuevas y grutas, que ven la luz en el nacimiento de la Fuensanta. Nos encontramos en una de las huertas más antiguas de la Villa. Llega después el arroyo de Letur, que tras haber regado las huertas de arriba, transcurre silencioso y callado hasta el río Segura. Un valle lleno de vegetación, donde quizá con menos gente se podría encontrar tortugas, nutrias, zorros, jabalíes…

 

​ Seguimos caminando, el arroyo siempre a nuestra derecha, encima de éste la sierra del Regalí que luego subiremos. Pasamos junto al molino de Almiro, típica construcción de tapial, que antes fue molino para la fabricación de papel y luego molino de grano, cuya fuerza motriz era el agua.

 

A lo largo del curso del Arroyo Letur encontramos diversos núcleos poblacionales. Verdaderas factorías agrícolas y ganaderas que aprovechaban sus aguas. Lugares como el Peralejo, El Niño Sánchez o Los Padrillos, que contaban con unas veinte familias.

 

Al ascender la última cuesta, descubrimos al Segura, el gran río que vertebra la sierra y que sirve de límite entre Elche de la Sierra y Letur. Atravesamos ahora la aldea del Almazarán, hoy deshabitada pero que llegó a albergar a más de 200 personas.

 

Después de un merecido bocadillo y reponer fuerzas para la que nos esperaba, caminamos paralelos a la Sierra del Regalí, el Segura a nuestra izquierda, atravesando la garganta que el agua ha ido esculpiendo, encima el poblado íbero de la Muela, de difícil acceso. Más adelante el cortijo de los Bancalicos, hoy habitado y recuperado por unas familias que muy gustosamente nos invitaron a un zumo riquísimo de granada.

 

Ante nosotros, la senda del Caracol. Fue la parte más dura de la marcha, y la que más duda creó, ante la dificultad de la marcha, que se anunciaba media, y más bien era alta. Pasamos de menos de quinientos metros a cerca de ochocientos. Este antiguo camino era la ruta natural hacia el norte, permitiendo el transito de personas y animales, ayudando a salir del asilamiento a los habitantes del lugar. Aunque las vistas desde arriba merecían la pena.

 

Después de atravesar un espeso bosque de pinos del Monte Regalí, empezamos a descender, aparece ante nosotros la Villa de Letur, asentada sobre un peñón de piedra caliza. Pasamos junto a un enorme pino, “el pino del Ato”, que servía para que los antiguos agricultores colgaban sus viandas mientras trabajaban la tierra. Descendemos hasta la rambla de la Solana, subimos la cuesta de las Salegas y caminamos por la huerta de los Olivares, de origen musulmán, y donde podemos encontrar olivos de más de 500 años.

 

Con Letur a nuestra derecha, ya siempre presente y más cercano, pasamos por el paraje del Baño, donde existen todavía piletas escavadas en la tierra.

 

Y con la cuesta de los Molinos, cuyo nombre proviene de los tres que existen en esta calle, y que están aquí desde hace más de 600 años, llegamos sobre las tres de la tarde a Letur.

Su casco urbano está declarado Conjunto Histórico Artístico, siendo el mejor ejemplo de arquitectura mudéjar de la provincia de Albacete. Así, dentro de él encontramos lugares tan emblemáticos cómo el Ayuntamiento del S. XVI, la ermita mudéjar de la Concepción del Alto, el Arco de las Moreras, la calle Barranco, etcétera.

 

El Arco de las Moreras, a modo de arco de triunfo, nos da la bienvenida, nuestro objetivo ha sido cumplido. Ya solo quedan los gazpachos y las gachas que entre otros manjares nos sirvió bar El Castillo.

Senderistas participantes_La Mancha Press_Luis Vizcaíno__1577-2